Biografía


SU VIDA
Voy a contaros a vosotros, mis camaradas de la Falange, la vida de Julio. La vida esforzada, fecunda, del hombre a quien yo más quería en el mundo. Porque muertos nuestros padres, él, nuestro hermano mayor y nuestro tutor, lo fué todo para nosotros, con solicitud, minuciosidad y cariño difíciles de igualar. Porque además lo admiraba. Porque soñé tantas veces con trabajar a su vera. Porque en los años de mi adolescencia, su gloria fué para mí el norte de mis ilusiones.
Sé que también vosotros, camaradas, lo queríais. Porque cuantos le conocisteis, visteis en él, sobre sus demás virtudes, lo que más atrae el corazón de los hombres, aquella su lealtad, su valor, su rectitud y su cordialidad que se le derramaba en los actos todos de su vida.
Por eso quisiera hacer de este relato un diálogo emocionado con vosotros, en el que yo he de ir depositando viejos recuerdos, estampas familiares, emociones comunes en nuestra vida activa de la Falange, sus confidencias... Y quisiera trasladarlas a estas páginas con el ímpetu y la agilidad que él ponía en sus obras. Para que así fueran estas líneas -hechura de su vida - luminosas y apasionadas. Como una llama.

PRIMERA PARTE

I
Comencemos...
RUIZ DE ALDA es un apellido de hidalgos alaveses. Todavía, en una casona destartalada de Oteo, campea, con el pie de "Armas de los Ruizes de Alda", un escudo presuntuoso cargado de Flores de Lis, Osos y Barras. De esta casa salió en los últimos años del siglo XVIII, Tomás Ruiz de Alda, que quiso comer su miseria, lejos de sus pergaminos y del viejo hogar de sus mayores. Se afincó en Estella. Y en línea recta descendente le sucedieron en el mando de la familia, Lucio, Pablo y Silvio Ruiz de Alda, tres generaciones de hombres tenaces, inteligentes, de un gran carácter, que consiguieron elevar con su esfuerzo, el prestigio y la hacienda de los suyos.
MIQUELEIZ, es un apellido típico del Valle de Salazar, de Navarra, en el que una raza vasca de tez clara, estatura baja y recia contextura, haciendo un culto de la hombría de bien, explota los bosques y cuida rebaños numerosos en las faldas empinadas de los Pirineos. En él, la ancha casa de Cotabarren, es el hogar de los Miqueleiz.
Casó Silvio Ruiz de Alda con Francisca Miqueleiz, y de este matrimonio nacieron doce hijos, de los que ocho, llamados Julio, Lorenzo, Ángel, Eustaquio, María del Puy, Pablo, Nicolás y Antonio, alcanzamos la juventud. En este hogar de industriales de clase media, caliente y ordenado a la vez, nos educaron nuestros padres en el amor a Cristo, al Honor y al Trabajo, y como fruto natural de este clima, cinco hermanos han derramado su sangre en esta Cruzada por Dios, por España y por su Revolución Nacional Sindicalista: Julio fué asesinado en la Cárcel Modelo de Madrid el 22 de agosto de 1936; Eustaquio, Capitán de Artillería y de Aviación, cayó tripulando su trimotor de bombardeo, en la conquista de Toledo el 26 de septiembre de 1936; Antonio, estudiante de Derecho y Alférez de la Legión, cayó en las trincheras del Barrio del Lucero de Madrid, el 26 de mayo de 1937. Los tres murieron con honor. Y Ángel y Nicolás, voluntarios de la Falange y al mando de su famosa Partida Volante, fueron heridos levemente de bala enemiga en aquellos primeros meses de alegres guerrillas en los verdes montes de Guipúzcoa.

II
Fué, pues, Julio, el mayor de los hermanos. Y nació en Estella el 7 de octubre de 1897, en la calle de Zapatería, número 1, en una casa que con su monumental escalinata, sus rejas labradas y el blasón de su fachada, conserva todavía el atuendo de palacio diezochesco que constituyó su destino inicial.
En las calles de esta ciudad, la de las altas iglesias románicas, la de las ruinas imponentes, la de los suaves palacios del Renacimiento, impregnada toda ella de viejas y recientes historias, pasó Julio su infancia.
En casa, como un prolongado eco familiar que no se cansa de repetir las "gracias" infantiles del primer hijo y primer nieto, he oído siempre, sazonadas con las mismas ingenuas anécdotas de todos los niños, que Julio fué en sus primeros años precoz, robusto, travieso. Y que sobre todo manifestó siempre su vocación indudable por la milicia. Contaban orgullosos, que tocando rítmico y solemne su tambor nuevo, fué el día en que cumplía su primer año a visitar a su abuelo Pablo que vivía en una casa distante. Y que a los cinco, acompañaba diariamente al batallón de Montaña, que guarnecía a Estella, a las prácticas de tiro e instrucción que realizaba en las faldas del Montejurra. Y que a los doce, abrumaba a un militar retirado con sus conocimientos del armamento, potencialidad y organización del Ejército Alemán.
Y que este sello militar ya no le abandonó nunca.
Sin esta vocación suya por la milicia, sin esta, más que inclinación, naturaleza militar, me sería imposible relataros su ruta de luchador incansable, el curso de ese combate permanente, audaz y sereno - valor y estrategia - de su vida.

III
No dudó al decidir su carrera. No eligió su destino. Tenía que ser militar. Y con este fin inició sus estudios, cursando los tres primeros años del Bachillerato en el Colegio de los Padres Escolapios de Estella, y pasando al año siguiente a Logroño, en cuyo Instituto aprobó Historia Universal a la vez que se preparaba para ingresar en la Academia Militar.
Este año pasado en Logroño lo recordaba siempre Julio con regocijada alegría. En aquellos sus catorce años, apartado de la órbita paterna, cuando quizá el alma alojada en un cuerpo que estrena su independencia física, actúa con más desnuda sinceridad, le gustaba a Julio mandar, organizar, hacerse obedecer de sus compañeros de estudios y sobre todo castigar con la potencia de sus puños toda oposición a sus órdenes y más aún toda broma hecha a base de sus ochenta kilos rebosantes y espléndidos.
A los quince años fué a Madrid. Estudió en la Academia preparatoria militar "Iriarte" y se presentó en los primeros exámenes de ingreso que se convocaron en la Academia de Artillería. Hizo un brillante examen de Matemáticas que entusiasmó al Tribunal y el 1.° de septiembre de 1913 ingresaba Julio Ruiz de Alda en la Academia del Arma de Artillería con el número 1 de su promoción. Allí ganó sus primeros laureles. Y la Academia "Iriarte" le hizo entrega solemne de un sable de honor con inscripción conmemorativa de tan brillante éxito.
Mas no creáis que estudió mucho durante sus cinco años de Academia. Si no se durmió sobre sus frescos laureles, hizo al menos una siesta prolongada. Pero a los veinte años, con desenvoltura, sin haber perdido curso, bordaba en sus bocamangas las dos estrellas de teniente.
Y dejaba Segovia, con su acueducto y sus viejos palacios y sus calles empinadas y sus encrucijadas obscuras y estrechas que esperan siempre en el silencio de la noche la travesura de los cadetes. En ella y pegado a sus muros de piedras doradas, quedó mucho tiempo el recuerdo de Alda, el cadete navarro, popular, querido de todos, que sostenía la aureola - milagros de los años mozos - de contestar en clase las lecciones sin leerlas.

IV
Adivino la ilusión infinita de Julio al incorporarse con sus veinte años como oficial al Segundo Regimiento de Montaña de guarnición en Vitoria. Y la ardorosa disciplina con que cumpliría en aquellos meses sus servicios. Y con qué afecto tomaría en sus manos, mozos inexpertos y crearía soldados. Y quizá también, que allí, en aquel su primer contacto con la vida de guarnición, y con el ambiente sin brío de la Sala de Estandartes, le nacieron sus anhelos primeros por una vigorización de la vida del Ejército que después expuso en su trabajo "Una política militar".
Lo trasladaron al año siguiente al Regimiento Mixto de Tetuán. A este tablero blanco - visión de la Alcazaba - lleno de color, de alegría y de vida. Él, buen jinete, aprendió pronto sus alrededores desde las faldas del Gorgues hasta el Mediterráneo azul, y se enamoró de las pequeñas kabilas blancas, de los caminos ásperos y de las ciudades encantadas de Marruecos.
Tomó parte activa en todas las operaciones que se realizaron en aquel período y entre ellas en la campaña de Beni-Aros y en la conquista de Xauen.
Fué su batería (precedida de los Regulares) la primera unidad europea que en el correr de los siglos pisó las calles estrechas y silenciosas de esta Ciudad Santa del Misterio. Él no olvidó nunca el espectáculo estupendo que presenció cuando sus cañones asomaron en las pendientes laderas que bajan a Xauen. Nos contaba que la judería, precedida de sus rabinos, surgía de aquella ciudad codiciada y se acercaba lenta a los conquistadores, procesionalmente, ondulantes sus largas túnicas; entonando melodías antiquísimas en castellano clásico; y que cuando ya se hubieron aproximado, les expresaron su bienvenida y su acatamiento con profundas reverencias y con gritos clamorosos de ¡Viva la reina Isabel!
¡Castellano clásico y reina Isabel en una conquista española del siglo xx! Camaradas: el sabor y el aroma de un Imperio es eterno.
En las operaciones que siguieron a la toma de Xauen y estando destacado en la posición de Mura-Tahar, fueron cercados por el enemigo que atacaba furiosamente. Impotentes para contenerlos con fuego de cañón y fusilería, llegaron varias veces al "cuerpo a cuerpo" y tuvieron que rechazarlo matándolos a cuchillo y a culatazos. Y cuando ya la situación se hacía desesperada, el asistente de Julio, Eugenio Altuna, de Tolosa, que alcanzó gran popularidad y fué propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, atravesó las líneas enemigas de noche, ocultándose en las copas de los árboles y demandó a Xauen socorros que los libertaron.
Después de esta campaña hubo paz - una de las innumerables paces interinas - en el territorio de Tetuán, y Julio, trabajador incansable en la guerra y en la paz, hizo en unión del ingeniero civil señor Guinea los estudios, proyecto y plano de un salto de agua en el río Lucus de veinte mil caballos de fuerza. Estos estudios, para los que tuvieron que introducirse en kabilas no sometidas, los hicieron para la Sociedad "Electras Tetuaníes".

V
Era capitán a los veinticuatro años. Y en este año 1921, inesperadamente ingresó en Aviación.
Creo interesante contaros que nuestros padres al tener noticia de esta decisión se opusieron tenazmente. Estaban seguros de que el porvenir brillante de su hijo mayor iba a perderse en aquella locura absurda de querer volar. Agotaron para torcer su actitud los ruegos, los consejos, los requerimientos, las órdenes terminantes. Y viendo que todo era inútil y su decisión de volar inquebrantable, la autoridad paterna revistiéndose de la máxima gravedad y de la máxima dureza, le lanzó su ultimátum en este telegrama
-"Renuncia aviación o familia."
Al que Julio contestó inmediatamente
-"No renuncio aviación ni familia."
Y, claro está, la dureza paterna se disolvió y Julio siguió volando. Obtuvo el título de Observador en la Escuela de los Alcázares y volvió a Tetuán donde le encargaron la dirección de los talleres del Aeródromo que organizó con nuevos procedimientos de trabajo. Durante el desempeño de este cargo y con la cooperación del Jefe del Aeródromo, capitán Boy, muerto gloriosamente en Melilla, introdujo varias reformas de su invención en los aparatos "Breguet" que fueron aceptadas.
Poco tiempo después, en el año 1923, se apasionaba por el estudio de la fotogrametría aérea. Con aquella su claridad absoluta para enfocar los problemas, vió las posibilidades inmensas que en los dos órdenes, civil y militar, tenía este procedimiento de planimetría y topografía desde aeroplano. Realizó varios viajes al extranjero con su compañero en estos estudios el capitán de Ingenieros Augusto Aguirre (muerto gloriosamente en esta Cruzada Nacional) y redactaron una memoria que presentaron a la Diputación de Navarra, proponiéndole la realización de estos trabajos en la provincia, y que fué aceptada por ésta unos años más tarde.
En esta época le fué ofrecida la dirección de los talleres del aeródromo de Tablada (Sevilla), que rechazó para ir a Madrid a cursar el título de Piloto de aeroplano, que obtuvo en la Escuela de Getafe, al mismo tiempo que se especializaba en sus citados estudios de fotogrametría aérea y daba los primeros pasos para constituir lo que más tarde fué la Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos, "CETFA", centro futuro de sus actividades durante varios años.

VI
Marruecos seguía agitándose. Al año siguiente, 1924, la zona de Tetuán se sublevaba. Y se dejaron estudios y proyectos queridos para ocupar alegre la carlinga y batallar por el supremo interés de España. Ocurrió entonces la famosa retirada de Xauen, en cuya conquista él había tomado parte tan directa.
Las escuadrillas de Tetuán tuvieron que realizar en aquella ocasión trabajos arriesgadísimos. Se les encomendó especialmente la tarea de avituallar las posiciones cercadas por el enemigo, colocadas muchas de ellas, por razones políticas, en puntos bajos y angostos. El peligro que ello suponía, se expresa, mejor que con todas las narraciones, con este hecho que Julio nos cuenta en su conferencia "La Aviación Española en la guerra de África": "... el enemigo, que estaba repartido, cercaba las posiciones, pero no las atacaba; sólo tiraba al "pichón" a los aparatos que iban a socorrerlas."
En esa conferencia está el relato del aprovisionamiento de la posición de Koba-Darsa. Lo que él llama la página más bonita, simpática y gloriosa, que es dable escribir a los hombres. Volando al encuentro de la muerte, cinco escuadrillas salieron de Tetuán para llevar a aquel puñado de españoles cercados, víveres y la ilusión suprema de saberse amparados - ¿no os acordáis, camaradas, del Alcázar y de Santa María de la Cabeza? - y tres de esos aparatos pagaron su tributo al heroísmo y fueron derribados. El aparato de Julio en sus pasadas, sufrió veintisiete impactos, pero cumplió totalmente su objetivo y su piloto, el glorioso Mariano Barberán (muerto con Collar en su raid España-Méjico) resultó en aquella ocasión herido, sin que por ello perdiera el control del aparato que volvió a su base.
Para ya todos los días, en aquellos aparatos prehistóricos, alancear la desilusión de España por aquella guerra africana, con aquellos lances a la muerte de nuestros primeros caballeros del aire.

VII
Y nuevamente hubo paz en Marruecos. Esta vez definitiva, por obra y gracia del Dictador don Miguel Primo de Rivera. A Julio le fué ofrecida por el Gobierno una comisión para trasladarse a París con objeto de obtener el título internacional de Ingeniero aerodinámico; que no aceptó, dándole, a cambio, el destino de adquisición de material para Aviación, con residencia en Madrid, y que prefirió porque le permitía reanudar los estudios que las armas le obligaron a suspender.
Aquí estaba, cuando Ramón Franco le requirió para la realización del raid España-Argentina, que acogió con entusiasmo. Se preparó con fervor. Y ejecutó con exactitud su trabajo en esa gesta maravillosa del "Plus Ultra" que conmovió la raíz de España con una emoción y una alegría inéditas en generaciones; que hizo sentir a nuestros compatriotas desparramados por el extranjero el santo orgullo de ser españoles; y que hizo ser a España durante uno,- días, alegre actor en el Teatro del Mundo.
¿Os contaré, camaradas, qué fué esa gesta y cuál fué la parte que en ella tomó Julio? ¿Verdad que no hace falta? Aquel vuelo y los hombres que lo llevaron a cabo, penetraron en las páginas de la Historia, y éstas no se marchitan.
Y todavía el pueblo de España tiene escondido en un repliegue de su memoria, un recuerdo luminoso y alegre de un avión que surcó los mares para llevar un abrazo fraternal a los americanos de nuestra habla, de nuestra religión y de nuestra sangre; y de que el día feliz en que llegó a Buenos Aires, las campanas de todas las parroquias de España cantaban orgullosas su gloria.
Este vuelo, de un resultado espiritual y político de enorme alcance, concedió a sus tripulantes los honores de una definitiva popularidad y el premio del cariño de nuestro pueblo. Por él, España vivió angustiada aquellos días en que estuvieron perdidos en el Atlántico sobre el frágil -"Dornier 16" y expresó una clamorosa alegría cuando supo que vivían, que estaban salvados, importándole muy poco el éxito o el fracaso técnico de este nuevo vuelo transoceánico.
Y hoy que ya Ramón Franco y Juan Manuel Durán y Julio han volado gloriosamente a la cima suprema del sacrificio, sé que me acompañáis todos en el dolor de su recuerdo y que con este nuestro estilo austero os cuadráis brazo en alto ante la tripulación del "Plus Ultra" y gritáis el ¡PRESENTE! ritual.

VIII
No fué este viaje del "Plus Ultra" para Julio el suceso culminante de una vida que se va disfrutando lentamente y después del cual ya no cabe más que el descanso. Colmado de honores, Gentilhombre de Su Majestad, condecorado por el Gobierno español con la Medalla del Mérito Aéreo y por los Gobiernos extranjeros con Encomiendas, Collares y Títulos de Caballero de sus órdenes Nacionales, en posesión de una importante suma de dinero producto de la suscripción nacional, volvió a trabajar inmediatamente con la misma intensidad y con la misma sed de hazañas y empresas nuevas.
En unión de Ramón Franco escribió el libro "De Palos al Plata" relatando el vuelo. Pronunció varias conferencias. Y comenzó para él una época de plenitud vital jalonada de sucesos interesantes, cuya relación„ forzosamente incompleta, os hago ahora.
Fué nombrado miembro de los Consejos Superiores de Aviación y del Automóvil que creó la Dictadura para recular estos intereses nacionales. Tuvo la obsesión de nacionalizar estas industrias. Y como Delegado del Gobierno realizó viajes a Norteamérica para realizar la compra de la patente de construcción del automóvil popular más conveniente, con objeto de montar una fábrica en España.
Ascendió en el año 1928 a Jefe de Grupo de Aviación, categoría similar a la de comandante en la Escala del Aire. Fué Presidente de la Federación Internacional Aeronáutica en España. Sostuvo campañas en pro de la iniciación de los trabajos para establecer la línea aérea regular entre España y la Argentina y mantuvo en ellas la tesis de la mayor eficacia futura del hidroavión sobre el dirigible para estos vuelos transoceánicos.
Como artillero intervino activamente cerca del Dictador para solucionar aquel espinoso conflicto del Arma de Artillería con el Gobierno.
Asistió, juntamente con Jiménez e Iglesias, al Congreso Internacional de Aviadores Transatlánticos que se celebró en Roma, al que presentó varias ponencias interesantes que fueron aprobadas en su totalidad y del que fué nombrado Vicepresidente y condecorado por el Gobierno fascista con la Encomienda de San Gregorio el Magno.
Como aviador preparaba con Franco la vuelta al mundo en el "Superwal", y poco después realizaban la emocionante aventura del "Dornier 16" que él mismo relata en otro lugar de este libro. Este raid truncado, determinó su baja voluntaria del servicio activo en el Ejército, quedando como supernumerario sin sueldo. Consagrándose entonces a empresas económicas y especialmente a la Compañía Española de Trabajos Fotogramétricos Aéreos, "CETFA", de la que antes hemos hablado y a la que dió enorme impulso, haciendo el Catastro parcelario de las provincias de Navarra y Álava y levantando el Plano de las Confederaciones Hidrográficas Españolas.
Y no se olvidó nunca de su casa, de sus hermanos menores, que ya sin padres quedábamos en Estella. Atendió a nuestra educación, a la administración de nuestros intereses y a los detalles mínimos. Nos ayudaba con sus consejos a acertar con el rumbo de nuestras vidas y aplicó su dinamismo y su poderosa inteligencia a nuestros asuntos familiares. Así, transformó radicalmente nuestra empresa tradicional, la Fábrica de Curtidos que creara en 1830 nuestro bisabuelo Lucio Ruiz de Alda, en una fábrica moderna dotada de los más perfectos elementos técnicos.

SEGUNDA PARTE
I
Cayó la Dictadura. Y en su caída arrastró un régimen secular. El edificio del Estado y el alma misma de la Patria se agitaban con las convulsiones de los momentos históricos. En aquella asfixia de hueca palabrería los españoles buscaban con agobio la fuerza salvadora que diera cauce a sus anhelos. Y Julio con ellos. Y por temperamento, no para adherirse, sino para actuar, para trabajar con tenacidad, para servir más directamente a España. Que así, inopinadamente, en aquel período turbulento, trasladó Julio su tienda, del terreno profesional al terreno político. Y la trasladó con todo su bagaje, con su gloria de héroe nacional, con su ímpetu y con una infinita buena fe.
Por aquellos días apareció en el firmamento político una nueva constelación que tenía este nombre: Centro Constitucional; y que era dirigida solidariamente por el duque de Maura y por Cambó.
Os resultará pintoresco recordar que a ese partido político, ingenioso juego malabar del derechismo en derrota, se acercara Julio creyendo en su novedad y en su programa brillante y renovador. Y que incluso se presentara candidato a Diputado a Cortes por Estella con esa significación, en aquella frustrada convocatoria a Cortes Constituyentes del último Gobierno de la Monarquía.
Ya sabéis que este Centro Constitucional no cuajó. Y aún antes de que consumiera su vida de contados meses, julio escribió una carta a Cambó expresándole que su brevísima vida política había sido suficiente para enseñarle esta lección: La de que ni este partido político ni el sistema liberal parlamentario, tenían capacidad para regir el rumbo de España y de que a su juicio era necesario cambiar radicalmente de postura, encauzando los trabajos hacia un sistema totalitario que disciplinara la nación y diera vigor a un nuevo Estado.
Naturalmente, Cambó le contestó discrepando de estas razones, reafirmando su fe en el liberalismo y combatiendo esas "peligrosas" innovaciones políticas que asomaban en Europa.

II
Rota esta disciplina política, Julio se encontró en la más absoluta soledad y asistió como espectador curioso al advenimiento de la República.
Poco más tarde, Ramiro Ledesma Ramos nos cuenta que, como consecuencia de la tristemente famosa quema de los conventos del 11 de mayo, ocurrió este suceso interesante para nuestro relato: "A los dos o tres días, en parte orientados por la carta a Franco y en parte buscando en la organización que postulaba el periódico (La Conquista del Estado) una posible bandera, se presentaron a hablar con Ledesma unos cuantos aviadores, entre ellos Ruiz de Alda, el capitán Iglesias y algún otro. Mostraron y hasta firmaron su adhesión a la política del periódico, pero sin más consecuencias. .."
Así lo creo yo también, sin más consecuencias. Y quizá, aunque lo ignoro, porque no vió en aquel grupo de precursores Jonsistas, base suficientemente sólida para realizar una obra revolucionaria de volumen nacional.
Porque es el caso que en su alma había germinado ya el propósito de crear un Movimiento Nacional de carácter totalitario y de una profunda fibra popular. Y solo, aislado de todo vínculo, comenzó a tentar en el campo político español los posibles valores para una empresa de esta naturaleza. Junto a hombres que más tarde habían de encuadrarse en la Falange, él celebró entrevistas con otros representativos de todas las capas políticas. Desde miembros de aquella minoría vasconavarra capitaneada por Beunza y colocada en la más extrema derecha, hasta Ortega y Gasset (el bueno), Ángel Pestaña y otros líderes obreros.
Durante el año 1932 ya susurraban los más avisados "que sabían de muy buena tinta" que el aviador Ruiz de Alda era el Jefe del Fascismo en España. Y es bien cierto que un sector poderoso del derechismo le incitó repetidas veces a acaudillar un Movimiento de esta naturaleza, cosa que él no aceptó porque sabía que quien naciera con ese origen llevaba con él la raíz de su fracaso y jamás le sería posible construir un Movimiento Popular.
Esta decisión política de Julio de crear un Movimiento totalitario, desvió su vida privada y le produjo además un grave quebranto económico. Para consagrarse libremente a esa actividad tuvo que retirarse de su carrera militar tan querida, y por otra parte, estando dedicado a la dirección de "CETFA" que tenía como fin primordial hacer el catastro parcelario de España, para el que ya había realizado las pruebas y trabajos preparatorios, bajo el control de los organismos oficiales del Estado, el Gobierno Azaña, no por motivos técnicos, ni económicos, sino por rencor a la significación política de Julio y de sus íntimos colaboradores los hermanos Ánsaldo, decidió que el Estado lo hiciera por su cuenta, dejando totalmente de lado a "CETFA", aunque adoptando sus procedimientos de trabajo.
Este derrumbamiento de su posición cuando estaba próximo a alcanzar el fruto de tantos años de trabajo en esta especialidad de la fotogrametría aérea, le produjo una difícil situación económica, y tuvo que iniciar sus trabajos privados en otra dirección, intentando entonces nacionalizar en España la fabricación de los armamentos militares modernos, y creando con este fin, con el apoyo de los hermanos Fuster, la sociedad "Armamentos de Aviación" a la que encauzada ya su vida sorprendió el Glorioso 19 de julio.

III
En aquel número único de "El Fascio" o "Haz Hispano" que se publicó el 16 de marzo de 1933, en medio del espanto del equipo gubernamental, Julio expresó por primera vez en público su opinión política, en una interviú que le hizo Jiménez Caballero y que se inserta íntegra en otro lugar de este libro.
Decía así
"- Si no como militar, como ciudadano tendrá usted afinidades y simpatías ideológicas, ¿no?
- Mi característica es mi sentimiento de lo nacional, de lo español.
-¿Qué entiende usted por eso?
-Entiendo que una nación, como un individuo, además de trabajar para subvenir a sus necesidades elementales y económicas, debe tener un ideal que le impulse y que le dé fe para sopesar sacrificios y alcanzar grandezas.
Yo creo que el Estado Español, desde hace tres siglos, ha venido fracasando por falta de ideal nacional. La guerra de la Independencia fué la última gran prueba de la lucha de la nación contra el Estado.
- ¿Cree usted en la vuelta del pueblo español a un Estado Nacional que lo integrase de veras?
- Lo creo posible, aunque duro, abnegado y laborioso. El pueblo sigue desorientado y será trabajoso restituirle la conciencia de su verdadera personalidad.
- ¿Qué medios ve usted para esa recuperación de la conciencia nacional?
- A base de un Movimiento exaltado y violento, dirigido a las nuevas generaciones y con un fondo social grande, integrando a trabajadores e intelectuales. Un Movimiento conducido por espíritus convencidos y dispuestos al sacrificio, para que no resulte un simple acto de defensa clasista o de capitalismo cobarde..."
El Gobierno de Azaña no tardó en darle la contestación. En el mes de julio siguiente Casares Quiroga inventó un estupendo complot. Se hizo una redada copiosa de monárquicos, fascistas y cenetistas, y se dió también orden de detención contra Julio, sin que pudiera llevarse a cabo, porque éste pasó andando a Francia por el Baztán y cambió unos días de cárcel por un forzado veraneo en la costa vasca. De aquellos trabajos preliminares o de tanteo, data su unión con José Antonio. Y esta colaboración que no había de romperse jamás y que estuvo sellada desde los primeros momentos con un afecto fraternal, hizo andar al fin la máquina del nuevo Movimiento.
El genio técnico de Julio y el genio poético de José Antonio se completaban. Juntos polarizaron en aquel verano de 1933 la atención pública de España como cabezas visibles del fascismo español. Juntos realizaron los primeros trabajos. Y con Alfonso García Valdecasas, juntos aparecieron en el teatro de la Comedia de Madrid en aquel 29 de octubre de 1933 para iniciar esta nueva etapa histórica, que ahora hemos comenzado a vivir y que nosotros hemos de madurar con el ejemplo de sus vidas, con el cumplimiento de sus enseñanzas ¡y con nuestro esfuerzo, camaradas!

IV
A partir de este instante, contaros la vida de Julio es recordar la vida de la Falange. Desde este momento para ella fueron sus ilusiones y sus trabajos. Por ella sufrió privaciones y persecuciones. Y a la Falange ofrendó consciente y alegremente su hacienda, su vida y su gloria.
Me doy cuenta de que estas líneas que siguen, extraídas de la vida de Julio, se convierten por fuerza en una pequeña historia de nuestro Movimiento, contada paso a paso en sus hechos fundamentales. Tal fué la identificación de su vida con la Falange. Y a mí esto se me antoja su mejor elogio.
La tarea de aquellos primeros momentos posteriores al mitin de la Comedia, la resumía Julio en el número 1 de "F. E." que se publicó el 7 de diciembre de 1933, con estas palabras: "Los gobernantes anteriores con sus equivocaciones y su conducta, nos han ayudado a crear un ambiente prefascista en España. El mitin de la Comedia ha recogido este ambiente. Y ahora estamos organizando los elementos que han acudido a nuestro llamamiento."
A esta labor de organización de los primeros pasos de la Falange, se entregó Julio con el máximo entusiasmo y sobre él pesó en gran manera, ya que en contra de otras opiniones que lo estimaban prematuro, mantuvo la tesis de que era necesario agrupar inmediatamente a todos aquellos elementos dispersos que les habían manifestado su adhesión en el mitin de la Comedia, en una organización política, porque a su juicio, era ésta la única manera de darles cohesión, disciplina y sobre todo unidad de doctrina y de mando.
Fueron difíciles aquellos primeros momentos. ¡Aquellas salidas de nuestro semanario "F. E." recibidas por el odio de las pistolas marxistas! ¡Nombres de Francisco Sampol y Matías Montero que encabezaron los negros fondos de nuestros mítines! Y en otro orden, el encuadramiento y la selección de aquel aluvión de elementos de las más distintas procedencias que formaban las primeras masas amorfas de F. E.
Continuaron José Antonio y él los trabajos. Dotaron a la organización de su nombre, Falange Española. Y de su doctrina, articulada en unos primeros puntos iniciales. Y el 12 de febrero de 1934 se realizaba la unión de Falange Española con las J. O. N. S., adoptando desde entonces el nombre de Falange Española de las JONS, que tenía un órgano supremo de mando, el Triunvirato Nacional, formado por José Antonio, Ramiro Ledesma Ramos y Julio.
El inolvidable mitin del teatro Calderón de Valladolid, celebrado el 4 de marzo siguiente, fué la primera manifestación pública de Falange Española de las JONS y uno de sus mayores éxitos. Y para que fuera completo no le faltó el cortejo de golpes y tiros dotándole de nuestro estilo "directo, ardiente y combativo". Julio, después de hablar en él, organizó la defensa y ofensa contra marxistas y guardias de Asalto, participando directamente en la lucha, dando y recibiendo golpes y llevándose a casa varias reproducciones exactas de las porras de los guardias de Asalto en sus costillas.
Que ya sabéis que en aquellos primeros tiempos, los jefes tenían que alternar la dirección de la organización con las acciones armadas al frente de sus camaradas. Y así Julio concebía y fundaba el Sindicato Español Universitario, el glorioso S. E. U., "la gracia y levadura de la Falange", daba lecciones y consignas a los estudiantes y al mismo tiempo organizaba y se ponía al frente de una escuadra para asaltar el local de la F. U. E. de la Facultad de Medicina de Madrid, rompiendo el encantamiento de aquellos santuarios laicos.

V
La faceta más interesante de las actividades de Julio en la Falange es, sin duda, su labor obscura, íntima, de gran organizador. Esta labor, que las masas - que naturalmente se quedan en el brillo externo - no han apreciado todavía. Porque es verdad que Julio no era un político brillante al uso liberal. No era orador ni escritor fácil. Cierto. Pero no es posible calibrar sus servicios tomando como única medida estas facultades. Ni aun siquiera la obra escrita que nos ha dejado. Porque era él, él mismo, vivo y actuante, con su dinamismo, con su inteligencia formidable, con su tenacidad de hierro, con su heroísmo, el punto de referencia único para expresar el valor de su esfuerzo.
Tenía horror a dirigir la palabra al público. Yo recuerdo que cuando de vuelta de su viaje del "Plus Ultra", el pueblo de Estella le aplaudía frenéticamente y le pedía con insistencia que les dirigiera la palabra, él les dijo únicamente esto: "Los pájaros no hablan."
Pero era necesario que hablara y habló en cuantas ocasiones fueron precisas. Habló en los actos culminantes de la Falange y en aquellos otros sencillos, pobres, celebrados en los pueblos rurales de Castilla para ponerse en directo contacto con el campo. Y logró siempre infundir a su palabra no sólo la suficiente aptitud comunicativa, sino una emoción ruda que agitaba el espíritu de sus oyentes como un torrente impetuoso y que lograba momentos como aquel inolvidable del mitin del 19 de mayo de 1935 en su alusión a Gibraltar. En su conversación privada era también premioso, hasta que un asunto cualquiera le entusiasmaba y entonces su palabra se hacía fluida, ardorosa, imperativa y con un poder de convicción extraordinario.
Su sentido de la acción, esa su naturaleza militar, se reflejaba también en sus concepciones políticas, siempre dinámicas, y así él divergía de esa definición maravillosa de la Patria "como unidad de destino en lo universal" que nos ha dejado José Antonio y nos decía que más bien era España "una unidad de misión en lo universal". Porque a él, esa palabra, destino, se le antojaba estática, fatalista, y él quería hasta para las puras definiciones metafísicas, voluntad actuante, el esfuerzo ciclópeo del pueblo español que se levanta a andar por la ruta universal de su Historia.
Era también de la Falange la serenidad, el "estado de equilibrio". El amigo de todos. El que con su generosidad, con su nobleza, incapaz de la más leve "habilidad política", fué siempre el mediador, el que arreglaba los pequeños conflictos internos. El que en los momentos graves de la Falange era llamado por aquel corazón gigante de José Antonio "mi querido hermano Julio".
El otro Triunviro Nacional Ramiro Ledesma Ramos hizo después de su ruptura con la Falange y en un mal libro, esta semblanza: "Ruiz de Alda era un dirigente de magnífica ejecutoria. Por una serie de razones - su profesión, su sentido de lo popular, su serena intrepidez - realizaba un tipo humano que en todas partes ha dado a los movimientos fascistas triunfales las mejores aportaciones. Carece casi en absoluto de capacidad expresiva, de cualidades para la tribuna y el mitin. Ello ha deslucido muchísimo su intervención en las tareas directivas. Pero posee, en cambio, gran agilidad para extraer de los hechos del día las consignas que corresponden, virtud que es imprescindible para el ejercicio del mando en una organización política. Muchas veces, en el seno del Triunvirato parece que era Ruiz de Alda quien con más rapidez y justeza señalaba lo que convenía hacer, y por qué razones."

VI
Al verano del año 1934 corresponde aquella inquietud interna de la Falange al ponerse de manifiesto la insuficiencia del Triunvirato como sistema definitivo de mando y exigir la unidad de doctrina, de disciplina y de jerarquía una Jefatura unipersonal. Este paso trascendente no se hizo sin zozobras. El heroico Juan Antonio Ansaldo de una parte y Ramiro Ledesma Ramos de otra, tiraban en opuestas direcciones de la organización y ponían incluso en peligro su existencia. La disciplina se relajaba. La parálisis y la descomposición amenazaban invadirlo todo. En aquel trance la posición de Julio era decisiva y apartando maniobras y tentaciones resolvió la crisis inclinando a la Falange a aceptar como su Jefe único a José Antonio en aquel primer Consejo Nacional de octubre de 1934.
Fué también en ese verano cuando se incubaba la revolución marxista y separatista y Julio que preveía toda la trascendencia que iba a tener, quiso aumentar la anchura y volumen de nuestro Movimiento con las máximas aportaciones con objeto de que lo encontrara preparado para dar la batalla y apoderarse del poder. Por eso sostuvo la opinión de que debía admitirse en aquellos momentos a figuras políticas importantes que lo solicitaban, con la vista puesta en el objetivo próximo de la revolución marxista.
Sabéis que sobrevino la Revolución de octubre cuando nuestro Consejo Nacional se celebraba y que surgió aquella manifestación imponente de la Falange ante el Ministerio de la Gobernación. Julio se desplazó seguidamente a Asturias para predicar a aquellos mineros que acababan de dejar los fusiles, las verdades de la Falange y además para estar en permanente contacto con las fuerzas militares que operaban en aquella región, en previsión de un posible movimiento nacional revolucionario conjunto, que expulsara para siempre del Gobierno de España a los viejos políticos impotentes.
Por diversas causas aquel Movimiento Revolucionario no se efectuó. Tampoco la Falange -en contra de la opinión de Julio - quiso forzar en aquella ocasión con todo su ímpetu las puertas que la separaban del poder. Por el contrario, y quizá como consecuencia directa, entró en un período de laxitud que forzosamente había de llevarle a un bache peligroso y que tuvo como más dolorosa consecuencia la separación de Ramiro Ledesma Ramos, precursor y maestro del Nacional-Sindicalismo.
Conservo de aquellos días, cartas de Julio en las que me expresaba su amargura por la persecución taimada que aquellos gobernantes imbéciles hacían objeto a la Falange y también porque ésta tardaba en rebelarse clamando a los vientos de España la infinita vaciedad del bienio estúpido.

VII
Pero salió de este bache con redoblados bríos. La Falange tenía su doctrina condensada en los Puntos Iniciales que hoy son norma programática del Nuevo Estado Español y en un mañana próximo, realidades tangibles. Tenía una organización reformada ventajosamente sobre el sistema de jerarquías unipersonales en virtud de los Nuevos Estatutos. Tenía la experiencia heroica de su lucha contra la revolución. Y tenía su uniforme en la camisa azul mahón, que Julio propugnó y defendió en el Consejo Nacional, y que él ya vestía, porque decía, que tenía sabor de cielo de España y de hábito de proletario, uniendo así, en su color, el dilema implacable de la Patria y del Pan. Se publicó el semanario "Arriba" y se inició un nuevo período de propaganda de resonancia nacional.
Es decir, que el Primer Consejo Nacional había dado sus frutos y vencida la crisis interna de crecimiento, entraba la Falange en una etapa de fecunda madurez.
A partir de aquel momento, Julio dejaba de ser Triunviro Nacional y asumía la Presidencia de la Junta Política, que ocupaba el segundo lugar en la jerarquía suprema del Movimiento. En la teoría y en la práctica asumía la Jefatura Nacional en los casos de ausencia de José Antonio. Y siempre continuó entre los dos la colaboración entrañable en las tareas de dirección y organización de la Falange que ellos crearon.
Llegó nuevamente el otoño. Se celebró en noviembre de 1935 el II Consejo Nacional de la Falange que tuvo dos facetas, la técnica y la política, y una gran trascendencia porque previó la futura lucha y preconizó como única salvación del orden existente dentro de la esfera política la implantación del Frente Nacional.
El "Straperlo" aceleró la descomposición del bloque cedorradical y las elecciones se convocaron. La Falange fué excluida de las candidaturas de derechas. Se nos apartó "como si fuéramos malditos". Y se presentó con su estilo, "sola, señora y altiva". Se quedó en la intemperie y como se decía en el semanario "Arriba", entre los dos grupos mayoritarios, derechas e izquierdas que torpemente dividían a España, se quedó "con el destino de ser laminada".
Diremos, sin comentarios y sin rencor, que Julio fué excluido de las candidaturas de derechas de Madrid y Navarra y que seguramente José Antonio y él vivirían hoy, si el 18 de julio hubieran gozado de la inmunidad parlamentaria, y con ello no hubieran estado encerrados en ese día en las cárceles de Alicante y Madrid.
Recordaréis que en las candidaturas de la Falange, Julio se presentó por Madrid, Zaragoza y Santander, y desarrolló en esta última provincia una magnífica campaña electoral.

VIII
En contra de todos los pronósticos sensatos, acertó José Antonio: venció el Frente Popular. "La euforia" democrática duró dos semanas. Nuestro semanario "Arriba" publicó dos números después de las elecciones. E inmediatamente se inició contra la Falange la persecución más cruel y sanguinaria que han conocido los tiempos, que dura todavía en la parte de España sometida a los que la desprecian y que es ejecutada por un Estado popular, liberal, democrático y parlamentario y en nombre de la Igualdad, Libertad y Fraternidad.
A los quince días de las elecciones, la Junta Política de la Falange de la que Julio era Presidente, ingresó en la cárcel en unión de José Antonio, su Jefe Nacional. Se les procesó, se celebró el juicio correspondiente, y aunque fueron absueltos, siguieron encerrados en sus celdas, de las que ya algunos de ellos sólo habían de salir con la suprema liberación de una gloriosa muerte.
El encarcelamiento de la Junta Política de Falange Española de las JONS no modificó los cuadros de dirección de nuestro Movimiento. El Jefe Nacional José Antonio y la Junta Política le seguían dando las órdenes y las consignas. Un célebre manifiesto clandestino era firmado por José Antonio en los sótanos de la Dirección de Seguridad. Y aquella hoja de combate igualmente clandestina llamada "No Importa" se redactaba en las celdas de la cárcel Modelo de Madrid. Los falangistas de España lo sabían. Y así, por un artículo de Julio aparecido en aquella hoja y que se titulaba "La justificación de la violencia", se recibieron en la cárcel cientos de telegramas de felicitación de todos los rincones de España.
Los familiares de los presos que los visitaban eran sus enlaces más frecuentes con el mundo político exterior. Y especialmente Amelia Azarola, la hoy viuda de Julio, trabajó en esta labor de una manera incansable, sacando diariamente de la cárcel Modelo órdenes y artículos e introduciendo en ella noticias y pistolas que entregaba a Julio.
Por su orden se veía precisada a realizar las más diversas tareas relacionadas con aquella heroica Falange, y por ejemplo, en más de una ocasión pagó el importe de la edición del "No Importa" que, como dato interesante, hacemos notar ascendía a 600 pesetas.
Quiero hablaros ahora unos momentos de Amelia Azarola, esposa de Julio, cuyo nombre ha surgido en estas líneas. Se conocieron en Madrid, cuando era Amelia un estudiante de Medicina, con toda la alegría y toda la ilusión que le concedían una juventud espléndida y una carrera brillante. Se casaron en Santesteban en octubre de 1931. Y supo ser no sólo perfecta esposa y perfecta madre de Juan Antonio, su único hijo, que hoy es un gran Flecha de cinco años, sino camarada entrañable de Julio con una audacia y un heroísmo que ya se han hecho populares a través de las narraciones impresas de la vida en las cárceles rojas.
El último día que Amelia vió en la cárcel a Julio, fué el 28 del mes de julio, cuando ya hacía diez días que había estallado el Glorioso Movimiento Nacional. Ella nos dice que toda la entrevista estuvo impregnada de estas dos convicciones encontradas: seguridad absoluta en el triunfo del Movimiento y seguridad en su trágico fin.
Hablaron largamente de la Falange, causa a la vez de la salvación de España y de su propio sacrificio. Por España, por la Falange, todo, decía Julio.
Preveía que la Falange iba a quedar sin mandos y que sus enemigos de la derecha y de la izquierda intentarían infiltrarse en ella. "¡Que no se deje arrastrar la Falange, que guarde fielmente su estilo y su doctrina!”, insistía.
Y en el complejo de los problemas nacionales que debía resolver la Falange, estas dos constituyeron sus últimas preocupaciones.
El problema del obrero y de su justicia social, y el de la redención del campo, de este campo español que él tanto amaba.
Cuando Amelia salía de esta entrevista era detenida por segunda vez en la puerta de la cárcel Modelo y comenzó su trágico rodar por las cárceles de la España roja.

IX
La tenaz campaña de incitación al asesinato desarrollada en la tribuna y en la prensa por los dirigentes marxistas desde el advenimiento de la República dió su fruto más feroz el 22 de agosto de 1936 con el asalto de la cárcel Modelo de Madrid y que según las referencias obtenidas por Amelia en la zona roja se desarrolló en la siguiente forma:
En aquel día, desde las primeras horas de la mañana, las hordas marxistas obedientes a un propósito determinado, se agitaban amenazadoras en los alrededores de la cárcel Modelo. El Director de ésta se dió cuenta del peligro que corrían los presos políticos en ella alojados y a las diez horas llamó telefónicamente al Ministerio de la Gobernación pidiendo una guardia extraordinaria para su custodia. Del Ministerio le contestaron que su temor era infundado, que el peligro no existía y que ellos garantizaban el orden.
Pero la jauría marxista-seguía aumentando y estrechaba cada vez más el cerco de la cárcel con sus insultos y amenazas. Por ello, a las doce de aquel día, el Director de la cárcel fué personalmente al Ministerio de la Gobernación. Dió cuenta del riesgo inminente en que se encontraban los presos políticos y volvió a reiterar su petición de que se le proveyera de una guardia extraordinaria. El Ministro se la negó por segunda vez y como le amenazara el Director con dimitir, cortó la entrevista con esta frase: "No le podemos dar guardia, haga lo que tenga por conveniente."
Pero la agitación aumentaba por instantes, y todavía a las dos de la tarde volvió el Director al Ministerio para rogar la concesión de la guardia. Le fué negada por tercera vez y entonces el Director presentó la dimisión. Con ello, el plan desarrollado por los marxistas se iba ejecutando en la medida de sus deseos. A las tres y media se inició el fuego provocado por las milicias marxistas que ya estaban en el interior de la cárcel y que al ser achacado a los presos políticos, iba a ser el pretexto para el asalto. La canalla marxista penetró en la cárcel. Dió libertad inmediata a los presos comunes. Echó de las celdas a los políticos y encerrándolos en los patios inició su caza feroz disparando sobre ellos desde lo alto de las tapias y con ametralladoras desde las terrazas de las casas próximas.
Por otra parte, los presos políticos y militares más destacados que en número de unos doscientos estaban alojados en la galería primera, fueron encerrados en un solo local. Los milicianos que salían y entraban constantemente, los cachearon varias veces consecutivas, quitándoles no ya lo que pudiera tener semejanza con las armas, sino en algún caso hasta el "mono" que vestían. Los llenaron de insultos, burlas y amenazas. Y de esta forma con el presentimiento de una tragedia próxima transcurrieron aquellas horas inacabables. Había ya obscurecido cuando llegó a este local un grupo de milicianos con una lista que contenía los nombres de los dieciocho presos más destacados, iniciada por el de Julio Ruiz de Alda y seguido por el de Fernando Primo de Rivera. Fueron pronunciados sus nombres y les ordenaron salir del local con dirección desconocida. Por cierto, que en este momento sucedió un hecho inesperado. Había pronunciado el último de los dieciocho nombres el miliciano que llevaba la lista, cuando se puso a mirar pausadamente al grupo de los presos que quedaban y de pronto, extendiendo el brazo y apuntando con el dedo, dijo: Y tú, y tú, a dos muchachos jóvenes sin relieve especial que estaban en aquel momento a los lados de Raimundo Fernández Cuesta, y que tuvieron que seguir al grupo de los dieciocho.
Los presos que quedaron en el local, dominados por una angustia suprema, oyeron a los veinte minutos de la partida de sus compañeros, una descarga de fusilería que procedía de los sótanos.
El martirio se había consumado.
Cuando a la una y media de la madrugada entraba un camarada de la Falange detenido a los sótanos de la cárcel Modelo, vió el grupo de cadáveres gloriosos. El de Julio tenía la cara sonriente y conservaba, saludando desde la eternidad, el brazo en alto.
PABLO ALDA
Estella, enero de 1939.