En septiembre, por la Junta
Política y por nuestro Jefe Nacional el 17 de noviembre, por primera vez en
España se dijo lo que iba a pasar en fecha próxima.
Explica la lucha que se
avecina, considerándola sólo en lo que tiene de enfrentamiento de dos fuerzas
distintas: derechas e izquierdas. Hace a continuación un estudio de sus
diferencias. Las unas, las izquierdas, tienen un programa positivo, tienen fe y
audacia, van por una cosa: la dictadura del proletariado. Tened la seguridad -
dice - de que si ganan posiciones en esta lucha, no las van a abandonar; al
revés, apoyándose en ellas, irán adelante, a la consecución de su fin.
Las derechas, en cambio,
¿qué quieren? ¿Cuál es su programa? ¿Qué fe las mueve? ¿En qué se apoyan para
su propaganda? Lo esencial en ellas es el miedo, miedo físico, material a sus
personas, y, sobre todo, el miedo a perder sus situaciones y privilegios, y sus
intereses.
Esto es una equivocación,
es un error, es lo que llamamos en la técnica guerrera ponerse en situación
inferior estratégica.
Y si no, fijaos en esta
diferencia. Si vencen las izquierdas la revolución temida se hará y las
derechas serán aniquiladas.
En cambio, si vencen las
derechas, o mejor dicho, el conglomerado, desde los viejos carlistas navarros,
hasta los hombres del Straperlo, ateos y burgueses, lo más que aspiran es a la
repetición de estos dos años estúpidos pasados.
Las izquierdas y masas
obreras campesinas, cada vez más hambrientas, más insatisfechas, irán aumentando
su rabia y su rebeldía, para estar mejor colocadas en las próximas elecciones
de dentro de dos años donde otra vez se va a poner en litigio, por medio de
papeletas, si España debe seguir unida, o si esta España agónica, pesimista y
tonta actual, debe conservarse.
A nosotros no nos interesa
esta solución por ineficaz y poco actuante, porque nuestro espíritu es
fundamentalmente optimista y lleno de fe; somos constructores y porque somos
revolucionarios nos asquea tanto miedo y tanta cobardía. Por eso fuimos los
primeros con muchos días de anticipación, en propugnar la formación del Frente
Nacional, porque sabíamos que se avecinaba esta lucha tal como está planteada.
Pero queríamos un Frente dispuesto a llevar a la práctica un programa mínimo,
claro, valiente y audaz, que diese lo que hoy no tienen los conglomerados de
derechas: fe y decisión. Pero ese frente no se hace. y nosotros parece que
somos malditos, y no podemos entrar en el bloque anterior.
Pero no importa. Dejaremos
por ahora las elecciones, e iré a hablaros de lo nuestro, de lo específicamente
nuestro. Por eso empezaremos a hablar de España.
Nosotros que sentimos la
tragedia española, no estamos conformes con la España actual, ni con el
espíritu que ha regido a España en los últimos años.
Queremos hacer un corte en
la Historia de España de los últimos siglos.
Pues fijaos bien que España
hoy es una reunión de hombres y pueblos sin ideal común; hombres desengañados,
que sólo buscan la resolución de sus problemas económicos inmediatos.
Campesinos y labradores, que sujetos a la lucha con la naturaleza,
constantemente engañados, recelosos y pesimistas, se encierran dentro de su
rudeza. Un centro de España, pobre, económicamente, con una periferia rica. Un
país dividido por la lucha de clases, de regiones, de intereses y sin un ideal
común. Una sociedad injusta, económicamente, que deja que vivan como animales a
millones de hermanos. Un Estado sin fe en sí mismo, sin misiones que cumplir,
basado en la fuerza y, por lo tanto, basado en la injusticia que tiene por fin
el aprovechamiento de sus ventajas para las diferentes pandillas políticas. Por
todos lados se ve pesimismo, renunciamiento y mediocridad. ¿Y creéis vosotros
que estos veinticuatro muertos lo han hecho por conservar este orden y este
Estado? No; y por eso nosotros no queremos ni ese orden ni este Estado. Por eso
somos revolucionarios. Queremos y haremos la Revolución Nacional-Sindicalista.
De nosotros se dice que
somos centralistas, que tenemos un concepto panteísta del Estado, y no es
verdad. Somos unitarios. Queremos e impondremos la unidad del Estado Español,
pero en lo que tiene éste de misiones intransferibles.
La enseñanza es el órgano
dirimente y coordinador que también impondremos de una manera absoluta. Pero no
somos centralistas. ¿Creéis que vamos a hacer desaparecer la Diputación de
Navarra, el órgano oficial modelo de España? No.
Y crearemos las
confederaciones hidrográficas, como las concibió Lorenzo Pardo. Pero volviendo
a lo anterior, hoy no tenemos Patria, y la tenemos que hacer y la tenemos otra
vez que conquistar.
No tenemos pan.
No tenemos justicia. Pérez
Farrás y Vázquez, González Peña, Largo Caballero y los infelices fusilados lo
atestiguan.
Rigor con los de abajo y
claudicación con los de arriba.
Para nuestra Revolución se
necesitan hombres para la lucha, por eso, más que votos pedimos hombres; os
decimos que no esperéis nada de partidos y diputados; que os fijéis en esos
pueblos de Europa, que unidos y hermanados van labrándose el porvenir de su
Patria y de sus hijos.
Juventudes, obreros y
estudiantes, base y nervio de nuestro Movimiento: fijaos en lo que pasa en
Egipto, China y Japón. Fijaos en lo realizado por vuestras generaciones en
Alemania e Italia.
Vosotros nos entendéis; no
pueden entendernos los viejos educados en otros ambientes y con otro sentido de
la vida.
No desesperar; el triunfo
es fatalmente nuestro; pasarán años, pero cada año que pase es una nueva
generación que entra en la vida con nuestro espíritu, nuestra fe y nuestra
decisión.
Tened presente que se
acerca el día en que España será nuestra; que España volverá otra vez a oír
gritos de esperanza, fragor de trabajo; que se vivirá fuerte y optimistamente;
que por vosotros se volverán a crear nuevas jerarquías, nuevos derechos.
Y para ello hay que empezar
a recorrer el camino. Adelante, escuadras; marchad decididas, con paso militar
al compás de nuestro himno, que miles de escuadras en el resto de España os
acompañan.
Todo por España, Una,
Grande y Libre.
Por la Patria, el Pan y la
justicia.