(Escrito en Haz el 2 de
noviembre de 1935)
En esta España actual,
rota, desequilibrada, inorgánica, prerrevolucionaria, por lo tanto, en pleno
forcejeo vital, tal vez el fenómeno más trascendente, más cautivador y más
animador es el constituido por la rebeldía, por la insatisfacción de la
totalidad de la juventud actuante en España. ¿Por qué esta unanimidad en la
rebeldía? Por el estado de la colectividad, de la totalidad como Estado, bajo
el punto de vista moral y material.
Una juventud, para entrar
en la vida de una manera normal, conservadora, tiene que tener horizonte, tiene
que tener un mañana prometedor, un mañana tal que le brinde ilusiones y medios
suficientes para luchar y trabajar, para edificar su vida sobre bases que
llenen su corazón y su cerebro. Hoy, la juventud española no tiene delante este
horizonte, pues la perspectiva que le ofrece la actual vida española es
raquítica, pobre, contraria a la actuación, a la generosidad y al ideal de la
juventud.
Un muchacho español, cuando
llega el momento de empezar a trabajar, a estudiar, o sea, cuando tiene que prepararse
para la lucha por la vida, ¿qué ve delante de sí? Una sociedad egoísta, una
colectividad mediocre, sin fe y sin ambición, una colectividad que por no tener
fe ni ambición, es incapaz de crear, e incapaz de dejar que otros creen. Ven
ante sí, la tragedia de entrar a convivir, a vivir en un conjunto, en un todo
mediocre que por ser mezquino está basado en injusticias, egoísmos y bajas
cosas, sin tener una gran virtud, ni una gran pasión, ni una gran ilusión.
Ven ante sí una injusticia
social acompañada de pobreza y de mezquindad; ven que toda la estructura
económica y social de España, además de injusta es mezquina, pobre, cerrada. En
ella es difícil hacer, crear, triunfar. Pues para hacer, crear y triunfar es
necesaria una sociedad a su vez creadora y activa y, por tanto, cambiante y
selectiva.
Ven ante sí una sociedad
insolidaria y, por lo tanto, egoísta, que vive al día, y por otro lado esos
movimientos de masas que ofrece Europa y el mundo entero, donde están,
entusiasmadas por ideales distintos y donde trabajan y se sacrifican por darles
a sus hijos una Patria y una vida mejores que las que ellos han encontrado. Ven
una sociedad que les brinda un porvenir mezquino a base de pequeñas, pero
constantes claudicaciones, y ven ante sí una colectividad nacional sin nervio
ni ambición, por lo tanto, un Estado que no cumple ninguno de sus grandes
fines, un Estado montado sobre una compleja y cumplida estructura burocrática
cuyos órganos parece que no tienen más fin que el que malviva el personal en
ellos colocados.
Todo este cúmulo de causas
produce el malestar, la rebeldía que hoy tiene la juventud.
Esta juventud rebelde está
atraída y canalizada por distintas fuerzas, por distintos motivos. Los partidos
marxistas, bien bajo la disciplina de la II o III internacional, la C. N. T. y
la F. A. I., intentan atraerse y dirigir todos los rebeldes, contra la
injusticia social y económica de la actual sociedad. Para ello, todas sus
propagandas, todos sus escritos los centran en esta injusticia, sacan de ellos
consecuencias políticas y con éstas buscan el poder. Procuran apartar de sus
juventudes los demás valores humanos.
Fomentan la rebeldía,
infiltrando odio, y este odio, este descontento quieren que sea el pilar
fundamental que les lleve al poder. Reniegan de todo lo que signifique fe y
afán creador, de todos los valores morales del hombre, y sus dirigentes cometen
el crimen de estar al servicio y seguir las consignas del Estado hoy más
nacionalista y más dictatorial del mundo: La U. R. S. S., el Estado que ha vuelto
a implantar el trabajo forzado y la esclavitud, para hacer vivir su ejército.
La U. R. S. S., que cada vez es menos comunista y más rusa.
Por otro lado, regiones de
España validas del Estado actual, del Estado y de la vida española sin nervio,
sin empuje, sin vida colectiva, sin ideales comunes, no cumpliendo ninguna
misión universal, cometen la cobardía y la equivocación de creer que ellos por
sí solos pueden formar unidades independientes y actuantes, abandonando y
desgajándose del todo, que les dió misiones, grandes misiones que cumplir, que
permitió a los vascos descubrir, conquistar y civilizar; que les dió a los
catalanes su capacidad de expansión e impuso sus valores al mundo. Las fuerzas
políticas que impulsan y dirigen estas fuerzas seccionistas hablan a lo
primitivo y elemental de la juventud y cometen el crimen de lesa patria de
infiltrar odios en esa juventud al conjunto, a nuestra unidad, a nuestro todo.
Yo les diría a esas juventudes vascas y catalanas si están conformes en
pertenecer a una República de vida económica imposible, campesina, sin
independencia vital, pues nunca podrían el País Vasco y Cataluña, aisladas,
moverse libremente, cumplir sus misiones dentro y fuera del país.
Y por último, es rebelde la
juventud afiliada a los partidos de tipo conservador.
Hoy se da el caso de que la
J. A. P. y los requetés están disconformes con la actuación de sus partidos
políticos.
Y ante este Estado actual,
¿qué representa la juventud nuestra en Falange Española? Representa la rebeldía
integral. Nosotros sentimos la tragedia de España y la tragedia del hambre de
millones de Españoles. En España hay grandes cosas que hacer, montes que
poblar, campos que regar, pueblos que reconstruir.
Sentimos la tragedia de
esos pueblos perdidos en las parameras y montes de la España pobre, esos
lugares miserables, a los que la civilización en su aspecto humano y
dignificador no ha llegado; donde impera el odio entre pobres y ricos, entre
hijos y padres. Sentimos la tragedia de la actual desesperanza española, de la
falta de fe, de generosidad, y de la sobra de egoísmo que hace que seamos un
país incapaz de pensar en la posibilidad de poder soltarnos cadenas que nos
atan y quitarnos puñales que nos hieren; sentimos la tragedia del
renunciamiento del elemento oficial y sesudo del país ante hechos como el de
Gibraltar. Y por sentir y por estar dispuestos a dar nuestra vida por renacer,
por construir nuestra UNIDAD, somos rebeldes y somos revolucionarios.
Concebimos a España como
unidad de destino, como unidad de misión a cumplir, como unidad económica, pues
ese es nuestro sindicalismo, como unidad entre campo y ciudad y unidad en la fe
de los españoles. Y por eso podemos dirigirnos a las juventudes rebeldes de
España diciéndoles que aquí están recogidos sus deseos, sus anhelos y sus
rebeldías en el aspecto social y en el nacional.
A los comunistas,
diciéndoles que es mejor luchar por España que por Moscú. A los separatistas
luchar por el todo que por una parte. A los de la derecha que si sienten lo que
dicen y escriben sólo podrán llevarlo a la práctica con nosotros, actuando y
combatiendo revolucionariamente, nunca dirigidos por intereses.
Como veis, estudiantes del
S. E. U., la misión a cumplir por nosotros es grande y difícil; la tarea ardua,
y por eso tiene una gran importancia la táctica que se siga. Desde el primer
momento la Falange ha dicho que era un partido revolucionario, que era
necesario realizar la revolución nacional, no revolución para tomar el poder,
sino revolución a realizar desde el poder, revolución necesaria dado el Estado
actual, dados los intereses, apetitos y costumbres que gravitan en la sociedad
española.
Para poder realizar esta
revolución es necesario prepararse desde ahora de una manera constante y
continua. Es necesario actuar siempre, con espíritu sindicalista y militar,
profesional y políticamente.
Vosotros, estudiantes,
tenéis que sentir vuestra profesión y tenéis que tener un sentido militar.
Fijaos bien que sólo deben mandar los dispuestos a combatir. Así seréis alegres
y leales, optimistas y ambiciosos, y entonces, dado que con el tiempo tendréis
cargos directores en los campos y ciudades de España, contribuiréis a que toda
la juventud española, la campesina y la obrera, la ciudad y los pueblos, tengan
nuestras características, sean como queremos que sean, y entonces estad seguros
de que España será UNA, GRANDE y LIBRE.